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La ansiedad nos obliga de una manera inminente a mirar nuestro “conjunto de defensas” para así superar nuestros temores con el fin de vivir una vida placentera.  

Las defensas que hemos creado en nuestra vida nos protegen contra la ansiedad, pero en presencia de estas defensas tampoco hay placer.

La ansiedad y el miedo, es un estado que nos mantiene alerta y también es una forma de protección, es por ello que cuando somos recientemente madres estamos en estado de mamá “leona, totalmente mamífera. Es normal y natural que esta sensación nos ponga sensibles y muy perceptivas, nuestros niveles de ansiedad están más elevados y podemos por ello llegar a tener sentimientos de culpa, miedo, rabia, frustración.

De manera espontánea y natural las madres experimentamos estos cambios de identidad, y la ansiedad se manifiesta como una forma de ahogo: es como si faltara el aire; es como si no pudiera respirar de manera fluida; es como si mi corazón está acelerado.

La clave está en no reprimir estos sentimientos, dejar que salgan. Llorar es un buen mecanismo para soltar eso que está comprimido y desea salir, ese soltar nos permite autoregularnos. Es importante abrir el pecho, abrir la garganta, llorar, ponerle sonido a eso que está emergiendo, quejarse, de esta manera podemos conseguir una respiración profunda y libre, e ir restableciendo la regulación de nuestro cuerpo.

Así que, no te cohíbas en darle una salida a eso que está “atorado”, déjalo salir.

Con cariño Majo

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