“Un bebé solo, eso no existe; existe el bebé y alguien más” D. W. Winnicott 1963
Los bebés humanos a diferencia de otros mamíferos no nacemos completamente desarrollados, de hecho, sin la dependencia de nuestros cuidadores, moriríamos.
Tanto a nivel físico como emocional, la calidad de los cuidados y los vínculos de apego son fundamentales para un desarrollo sano, ya que esos cuidados nos darán o no lo necesario para enfrentar la vida.
Por lo tanto, los bebés no son autónomos ni son independientes, son la expresión más pura y genuina de humanidad, a los cuales debemos aprender a atender de manera gentil, pausada y expectante, proporcionándoles todos los cuidados necesarios para que estén seguros tanto física como emocionalmente.
Un apego seguro en la infancia es la base para una equilibrada y sana salud mental de adultos, por ello es importante atender el llanto, porque es su única forma de comunicación. Cuando un bebé llora experimenta: un aumento de su temperatura corporal, aumento de ritmo cardíaco y presión arterial, generan altos niveles de hormonas del estrés que pueden causar cambios permanentes en las respuestas al estrés en el bebé, estos cambios afectan a la memoria, la atención y a la emoción.
Ningún método de crianza o de sueño infantil basado en moldear conductas y desatención a las necesidades del bebé puede o debería ser considerado, no solo dejan por fuera las emociones del bebé, sino que le proporciona el bebé el mensaje de que su llanto no tiene validez. La Asociación Australiana de Salud Mental Infantil aconseja: “Los bebés son más propensos a formar apegos seguros cuando se responde en forma oportuna su angustia”.
Con cariño Majo
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