A simple vista podríamos decir, que la leche la produce la mamá y el papá no cumple un papel visiblemente importante.
Pues nada más lejos de la realidad, si bien mamá-bebé están creando un vínculo profundo a través de la lactancia, el papá cumple el importantísimo rol de sostener a la mamá. Un rol que puede llegar a ser muy complejo, porque se abandona por un momento la relación que teníamos como pareja para aprender a relacionarnos como familia y empezamos a relacionarnos desde el sostener y cuidar a la madre, que a su vez está sosteniendo y cuidando a su bebé.
El padre entonces es pieza clave para facilitar a la nueva familia un ambiente favorable para este encuentro y así la mamá y bebé viven la experiencia de fusión emocional de manera sostenida. En este marco, la lactancia podría ser exitosa y feliz y podrá ser transitada de manera acompañada, donde se sienta entendida y comprendida.
El papá podría llegar a ser el mejor aliado de una madre, con su acompañamiento sin juicio, sin aconsejar y sin interpretar y dejando que la mamá viva la experiencia de su maternidad lo más real que pueda, convirtiéndose así, en un sostenedor cálido, que escucha, entiende y da su incondicional presencia para sostener la vida emocional de mamá.
El post parto – lactancia necesita espacio, tiempo, quietud, acople, aprendizaje, intimidad, es posible, que cuando nace el bebé nuestra casa quiera ser muy visitada por familia y amigos, el papá podría filtrar las visitas y pedir desde el sentir de la familia estar alejados hasta cuando se sientan listos para abrir las puertas al mundo exterior. El papá podrá ser el canal de comunicación con el mundo exterior.
Fuera del vinculo de la nutrición, los bebés necesitan que se les cambe, bañe, mime, acune, bese, abrace, pasee, canté, baile, cargue, etc. Las cálidas manos del papá son perfectas para este papel.
Sin duda el padre juega un papel muy importante.
El mejor regalo que un hombre le puede dar a la madre es respetar su espacio y acompañarla desde el amor.
El inicio de la lactancia es una fase de adaptación y fusión emocional, vital para la familia, porque es una etapa de descubrimiento de todos, de enfrentarse con sus historias de vida individual para acompañar el crecimiento de un nuevo integrante. Estoy convencida que, si este encuentro con la maternidad y la paternidad se lo hace en conciencia y amor, cada integrante de la familia se sentirá acogido, amado y valorado.