La espera de un hijo, indudablemente, viene cargada de ilusiones, realizamos todos los preparativos para recibir al nuevo miembro de la familia, creamos imágenes en nuestra mente de cómo va a ser ese pequeño niño que llegará. Nuestro entorno familiar y social se mueve alrededor de esta espera y está lleno de expectativas. Es una ilusión que crece día a día.
Pero ¿qué pasa si un día de repente ese hermoso niño decide que quiere venir al mundo antes de lo planeado o simplemente las situaciones de la vida direccionan a esa realidad? Se rompen todos nuestros esquemas y nuestros planes que estaban tan calculados y organizados toman otro rumbo. Muchas cosas vienen a nuestra mente y muchos sentimientos encontrados nos invaden. Sentimos temor de lo que va a pasar, pensamos cómo va a estar ese pequeño, más aun cuando esta noticia viene repentinamente. A la vez sentimos felicidad porque al fin vamos a conocer cara a cara a quien nos tenía robado el corazón durante el tiempo que estuvo en el vientre.
En realidad, cuando nace un niño prematuro, no podemos saber con certeza qué va a suceder ni cómo se va a desenvolver. Debemos pensar que cada caso es único, cada realidad que vive la familia y el bebé es propia de ellos. En muchos casos podemos ver que los bebés salen adelante y en otros, a pesar de todo el esfuerzo que ponen, cumplen su misión al momento de nacer o los días posteriores. Así mismo muchos pequeños tienen algunas secuelas consecuencia de su prematurez. Todos estos casos son reales y los podemos vivir muy de cerca cuando tenemos un niño prematuro, no solo mientras estamos dentro del hospital, sino en los años posteriores en que van creciendo. Por esta razón, lo expuesto a continuación es a partir de nuestra experiencia como padres y como apoyo a madres que he tenido yo personalmente cerca dentro de mi profesión de educadora y con niños en la misma situación como es el caso del grupo de madres y niños que compartimos meses en el hospital. Nuestro grupo de “amigos prematuros” ha salido adelante pero han requerido en algunos casos operaciones, tratamientos, terapias, etc. y como padres, nos ha tocado día a día ser apoyo para nuestros hijos, para sacarlos adelante, trabajando con especialistas y dentro de casa. Incluso dentro de nuestro grupo de “amigos prematuros”, uno de nuestros pequeños cumplió su misión a los pocos días de nacido pero nos dejó a todos muchos aprendizajes y fue un ejemplo de lucha día tras día.
Los niños prematuros cuando va creciendo, en las diferentes etapas de su desarrollo, suelen tener ciertos desfases con su edad cronológica, hasta “igualarse”. Esto se da en cada caso de manera diferente, y depende de muchos factores (estimulación, estado de salud, etc.) Hay muchos niños también que lo llevan consigo para el resto de su vida. Debemos ser muy pacientes y abiertos a todo lo que vayamos encontrando en el camino que recorreremos con nuestros pequeños.
Al tener un niño prematuro, un sinnúmero de experiencias y aprendizajes vienen por delante. Aprendemos que cada día que pasa es un avance, es un logro, un progreso, por más pequeño que sea. Así mismo que un mínimo avance en su peso, una pequeña bajada en el nivel de suministro de oxígeno, es una batalla ganada. Los niños prematuros son luchadores incansables desde el instante que nacen.
Por otro lado, ese temor que sentimos al ingresar a la sala de cuidados intensivos, donde suenan muchas máquinas, se encienden pantallas, enfermeras y médicos entran y salen, va desapareciendo. Como padres nos convertimos en expertos, llegamos a conocer el funcionamiento y manejo de todo eso; luego forma parte del diario vivir mientras permanecemos ahí.
Un niño prematuro, es mucho más común de lo que creemos y tener uno es una bendición. Es un ser que en ese diminuto tamaño nos da lecciones de lucha, empuje y valentía. Recibe pinchazos, pruebas, manipulación, exámenes, revisiones y lo hace con mucha fortaleza. Cada día que pasa cuenta en su desempeño y así como hay altos hay bajos también. Al estar dentro de un hospital, con vías conectadas dentro de su cuerpito, están expuestos a infecciones y complicaciones. Siempre hay pequeños tropiezos en el camino, que luego los miramos como muestras de que estos niños luchan contra todo.
El tiempo va pasando, todas las caras que en un inicio vemos con temor y solo los miramos en busca de respuestas a nuestra situación tan desconocida, se vuelven caras familiares, personas muy queridas a quienes apreciamos mucho por su entrega y dedicación a nuestro pequeño hijo. Nos alegramos junto con ellos cada pequeño logro, sufrimos juntos cada tropiezo. Aquí cabe una frase que en una ocasión nos dijo un médico en cuidados intensivos “háganse la idea que su niño va a ir a casa cuando cumpla su tiempo de gestación” y fue así. Como padres dejamos de tener expectativas fuera de la realidad, y más bien vamos viviendo día a día esta experiencia, sin frustrarnos porque el tiempo no pasa o porque cuando ya parece que está cerca el día de salir a casa algo nuevo se puso en el camino. Incluso aprendemos a disfrutar de ver los avances día tras día y de experiencias inolvidables como lo es el “plan canguro” en que se siente tan cerca a nuestro pequeño y con el que le ayudamos a crecer.
Aunque a veces parece que no hay salida o no entendemos por qué estamos frente a una situación como la que estemos viviendo y que todo lo planeado se vino abajo, siempre hay un aprendizaje detrás de ella. Estos niños constantemente nos dan lecciones de vida. Si tienen un hijo prematuro, tengan mucha fe y confianza de que ese camino que se ve tan desconocido, frustrante y largo tiene una salida. A pesar de que no siempre es la que deseamos, indudablemente nos hace más fuertes y replantearnos muchas cosas de nuestra vida. Todo sin excepción en ese camino, es una experiencia que ha valido la pena, sea muy dura o muy satisfactoria. Siempre hay algo que aprender.
Los papás de niños prematuros debemos estar preparados para cuando van creciendo, porque son muy luchadores y fuertes y van a seguir siéndolo el resto de su vida. Ellos consiguen lo que se proponen.
Texto y fotografías: Ale Vallejo