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Siempre fui una persona de día, creo que la luz activa mi energía y se apaga cuando se oscurece, siempre fui de buen dormir, me refiero a caer desmayada cada noche sin sentir el paso de las 8-10 horas que transcurrían en un cerrar y abrir de ojos, así fueron mis noches durante 40 años, podría decir que dormía como una bebé 😊.

Cuando quedé embarazada la frase de «duerme ahora que puedes» no resonaba en mi interior, pues yo decía ´´ya dormí todo lo que pude´´. Sin embargo, al nacer mi hija (sobre todo esos primeros meses) sin duda el desvelo fue uno de los retos más importante, pero también mi gran descubrimiento conocí la vida de noche🌜la otra mitad de mi día.

La otra mitad de mi día

Luego de un día largo sintiendo que venimos de una guerra pero con la sensación de no haber hecho nada mas que quehaceres, pañales, pecho, baño, extracciones, juegos, etc. Todo esto acompañado de bostezos, venía la otra mitad del día que comenzaba con una canción de cuna (repetida mil veces), un bebé, dos tetas y un silencio que da inicio al tiempo de intimidad con mamá. Me sentía como un consolador nocturno, mi olor y mis arrullos eran irresistibles para ella, pero también era nuestro momento a solas, ahí encontré cosas de mí que desconocía.

Descubrí que los 2 mts. cuadrados de nuestra cama podían convertirse en un campo de batalla donde todo podía pasar, llantos, leche, cambios de pañal, pezoneras, medicinas, cambio de ropa, más colchas, menos colchas, tu esposo que va y viene observando la escena y queriendo acompañar sin saber muy bien cómo, y a veces solo dormido.

El ritmo es fluido, consecutivo, nos dormimos y un sollozo me despierta, te acerco a mi pecho y cierro mis ojos, pero mi mente sigue atenta a tu succión y respiración, sueltas mi pecho, te llevo a la cuna de puntillas, casi levitando con un suave ssh sh shs shh. Regreso a intentar volver a dormir, mis ojos caen pesados lentamente, vuelvo a escuchar un sollozo, me despierto. Los sonidos del bebé son el nuevo reloj que indican el ritmo de lo que sucederá y el tiempo que vas a dormir, tus mejores aliados son el instinto y la fuerza de voluntad.

Al principio creí esos días eran una pesadilla, mi sistema nervioso alterado y la arenilla en mis ojos no me permitían adaptarme a esta nueva vida de noche, pero sé que esto no durará toda la vida y algún día volveré a dormir. Se me olvidarán los desvelos, pero nunca lo que sentí esas noches. Estos meses en los que conocí la penumbra también conocí un poco de mi propia sombra, cada vez que no podía volver a conciliar el sueño, a veces simplemente porque quería asegurarme mi bebé estaba bien y otras por que de tanto ajetreo me despabilaba demasiado. En mi mente recorría mis emociones del día, recuerdos, miedos fueron mi mejor compañero hasta la siguiente toma de pecho.

Nuestro lugar seguro

Siempre recordaré esta época de mi vida, como un tiempo entre mis dos amores: mi esposo a un lado, yo en medio y la cuna de mi bebé al otro lado. Queriendo tener lo mejor de ambos mundos, esposa y madre, con la incertidumbre de no saber muy bien cómo hacerlo al mismo tiempo, desconociendo un poco a esta nueva mujer en la que me había convertido, solo sabía que tenía el corazón lleno de amor, y confío que eso será suficiente.

Algún día mi hija estará en otra habitación y ya no necesitará de mis cuidados nocturnos, ni de mi teta, ni de mi olor, pero espero que regrese cuando sienta frío, miedo, dolor, tristeza. Espero que su mente recuerde mi arrullo y regrese a este lugar seguro que construimos juntas.

Hoy está a punto de amanecer y la rutina de mi otra mitad del día comienza de nuevo…

📸 📝 Rocío Rodríguez @rocioalerodriguez

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