La madre es el inicio de nuestra vida emocional, desde la perspectiva de que es ella la fuente de nuestra nutrición, protección, abrigo, atención y contacto corporal.
La calidad y presencia de estos vínculos son parte integral de nuestro equilibrio como ser humano, cuando éstos no se generan de manera orgánica, amorosa, respetuosa, espontanea, cálida y presente hay un desequilibrio que genera ansiedad.
El amor es el TODO y es clave para gestar, parir, amamantar, criar, en fin, para maternar.
El amor es la entrega, es el contacto, es la nutrición, es la seguridad, es el abrigo cálido, es la presencia honesta.
Cuando alimentamos a nuestros hijos estamos dando lo más básico y natural que tenemos.
Una lactancia exitosa no quiere decir que sea una lactancia feliz, porque el nutrir no solo se trata del factor alimenticio, se trata del alimento amoroso que nutre la vida del bebé, a todo nivel. Es un espacio espiritual profundo, donde se crea un vínculo honesto entre mamá y bebé, y se inicia con nuestra disposición abierta, presente y amorosa para entregarnos a esta relación, donde permanecemos corporal y afectivamente disponibles para esta entrega.
Si regresamos al cuerpo, y nos vemos como mamíferos, entendemos que estamos diseñadas para alimentar a nuestras crías, por lo tanto, nuestro cuerpo es capaz de generar este alimento.
Si evaluamos la relación de nutrir a una cría desde «lo natural”, es encontrarnos con lo simple, con lo básico, con lo esencial.
Ahora, en el contexto cultural en el que vivimos, esta naturalidad se ha vuelto una meta muy compleja de lograr, hemos ido dejando de lado lo básico para transformarlo en un acto controlado, al cual nos enfrentamos para superarlo o despacharlo.
Para el niño la lactancia es un vinculo fundamental de protección, abrigo, conexión, quietud, amor, descanso, presencia, nutrición, atención y contacto corporal.
Quizás para la madre, este primer encuentro resulte todo un desafío, porque no conocemos este tipo de relación, y hemos aprendido a vivir calculando, midiendo, cronometrando, pesando, pensando, racionalizando las cosas desde la mente, y cuando nos encontramos con las sensaciones del cuerpo que no podemos “controlar”, podemos fallar, y aflora en nosotras los temidos miedos profundos.
Para el bebé, el útero de la madre es todo lo que conoce y, desde ese sentir, podemos generar para él o ella un ambiente adecuado para seguir su vida, donde me permito explorar el amamantamiento desde mi disponibilidad corporal, desde el reposo, desde la presencia, desde la aceptación de lo que siento, desde este auto-descubrimiento en esta nueva relación como mamá-bebé.
Dar de lactar tiene que ver con mi capacidad de fluir, de fluir en esta nueva relación que desconozco, que se verá representada en el fluir de la leche que saldrá de mi. Esta relación se podría dar de mejor manera si me pre dispongo a estar 24/7, a sostenerlo en brazos, durmiendo juntos, atendiéndolo con mi leche a libre demanda, haciendo piel con piel. Dar de lactar es una constante transferencia energética, que se verá bloqueada unas veces y fluida otras, eso lo iremos viviendo desde nuestra propia experiencia.
Dar de lactar es volver a la esencia básica del contacto puro con otro ser humano, es dejar atrás creencias impuestas para sumergirnos en el mundo corporal, descubrirnos de muchas maneras a través de este acto y aprender de nosotras mimas.
No hay recetas mágicas para lograrlo, lo que sí nos puede ayudar es nuestra entrega a este proceso, nuestra capacidad de estar abiertas a vivir esta experiencia desde una perspectiva amorosa y, de ser posible, el estar sostenidas, buscar el sostén emocional para nosotras, ya que “yo estoy encargada de sostener a mi bebé”. De ahí la importancia de estar acompañada, de criar en tribu, de estar sostenida sin juicios, sin interpretaciones y sin consejos, de buscar un lugar en el que sienta que pertenezco, donde mis temores sean compartidos, donde me escuchen y me acompañen. Todo esto es clave para el principio de mi maternidad.
Encontrar una tribu que te acoja de manera cálida y amorosa es encontrar un grupo de apoyo y crecimiento personal, y seguramente será tu propio espacio de terapia.
Texto: Majo
Foto @ArmandoSalazarfotografia
realizada en julio 2015.