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Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que el desarrollo cerebral depende de la atención de la familia al bebé.

El profesor Bruce Perry, jefe de psiquiatría del Texas Children’s Hospital, compartió unas imágenes que reflejan los escáneres de los cerebros de dos niños de tres años para mostrar cómo el amor y el maltrato en la infancia influyen en el desarrollo de los más pequeños.

En opinión de Perry, el desarrollo cerebral de un bebé que no ha sido atendido y cuidado con cariño es obviamente mucho menos lento que el de los más pequeños que reciben la atención afectuosa y cuidadosa.

Esta investigación demuestra que la falta de cuidado y la desatención desde edades tempranas puede tener impactos duraderos y negativos en el desarrollo emocional y cerebral de los niños.

El de la izquierda es el cerebro de un niño de 3 años. El de la derecha es el de un niño de la misma edad que ha sufrido maltratos y abandono extremo.

Síndrome de estrés postraumático.

El abandono y el maltrato infantil genera en los niños lo que se conoce como síndrome de estrés postraumático que conlleva una alteración neuroendocrina de forma crónica. El estrés agudo o traumático genera unos niveles muy elevados de cortisol, que dañan el sistema neuroendocrino encargado de adaptarnos al estrés. Aunque posteriormente bajen los niveles de cortisol, el daño provocado se traduce en un exceso de susceptibilidad frente a situaciones de estrés. La persona no tolera y, por tanto, gestiona mal, el estrés, no siendo capaz de enfrentar correctamente estas situaciones. Es lo que ocurre a algunos niños que, ante el estrés que les suponen los exámenes o las tareas escolares, tienen dificultades para concentrarse o incluso se quedan “en blanco”, suspendiendo a pesar de que conocen los contenidos. Si el examen se realizara en un ambiente menos estresante las notas serían mejores.
En la imagen vemos las diferencias entre los niveles de dopamina en un niño con y sin historial de abusos.

La dopamina es una sustancia química (neurotransmisor) que utilizan los nervios para enviar «mensajes». Cuando un nervio libera dopamina, atraviesa un espacio muy pequeño llamado sinapsis y luego se une a un receptor de dopamina en el nervio siguiente. Por lo tanto, cuando los niveles de dopamina se agotan en el cerebro, los impulsos nerviosos, o «mensajes», no se pueden transmitir correctamente lo cual puede afectar las funciones del cerebro: el comportamiento, el estado de ánimo, la cognición, la atención, el aprendizaje, el movimiento y el sueño.

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