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Muchos mitos se vinieron abajo el momento que tuve a KHALEESI entre mis brazos.

Siempre me hablaban de lo horroroso que era convertirse en madre, empezando con lo terrible y doloroso que podía ser un parto normal, solo recordaba el relato de parto de mi mamá y automáticamente me hacía a la idea de que si iba a tener hijos lo haría por cesárea. Mucho escuché de las malas noches, del poco o nulo tiempo que iba a tener para mi, de los llantos, de los gases, de los berrinches, de NO acostumbrar a mi bebé a mis brazos, de cómo debo hacerlo dormir en su cuarto desde que nace…

Confieso que antes de ser mamá me aterraba la idea de tener una vida llena de todas estas cosas de las que casi todo el mundo me habló…

Bueno, han pasado un par de años desde que empecé a maternar y creo que debo compartir algo de este camino, aunque sea un poco, como retribución y gratitud a la vida.

¿Algo cambió desde que nació Khaleesi?

Cambió todo, si, TODO.

Y doy gracias porque encontré de cierta manera las respuesta a tantas preguntas, tengo un nuevo sentido de vida, por primera vez me enfrente a mis sombras de la manera más real, más dura y más consciente.

Mi parto fue una experiencia sublime, de otro mundo, que no tuvo nada que ver con lo que cuentan las pelis, los relatos de mi mamá, de mis amigas o de los libros. No, nada que ver. Mi parto fue el encuentro con el lado animal del que nadie me habló. Khaleesi supo cómo y cuándo salir de mi, en sus tiempos, con su gran fuerza y sabiduría pero a través de mi cuerpo, un cuerpo que la sintió, la cuidó, la vio crecer por exactamente 40 semanas. Y como mujer de Luna que es, esperó a su Luna Llena para ver la luz.

Si, el parto fue doloroso, pero eso no fue realmente lo importante no es un punto que resaltar, fue necesario para tenerla en mis brazos; no se si fue largo o corto, eso tampoco importa, una vez que entras en ese camino el tiempo pierde sentido, normalmente estamos tan acostumbrados a los horarios, a medir los objetivos con cronómetro, a saber que de tal hora a tal hora debe pasar tal cosa, pero cuando entras en este trance de tiempo sin tiempo tu vida, a la cual estás acostumbrada, se derrumba.

Cuando mi Khaleesi salió sentí que me partí en dos. Y al reflexionar hoy digo que si, me partí en la mujer que era antes del parto y en la mujer, mamífera, madre que soy ahora. Nunca más me uní.

Mi cuerpo, mi mente, mi María José de antes del parto quedó quizás en esa cálida y amorosa sala de parto. Allí empecé a romper mitos e historias, desde las 2am de un 15 de noviembre.

No recuerdo muchas cosas de mi parto, pero recuerdo muy bien cuando Khaleesi salió: la cargue en mi pecho, piel con piel, nos miramos, nos conocimos de otra manera, ella tan serena, viéndome, reconociéndome, sintiéndome de otra manera, juro que nunca en toda mi vida he tenido un momento de tanta paz como en ese instante. Ella salió, me miró y el mundo en el que vivía se transformó….

Es verdad que el minuto en que miras y sientes por primera vez a tu hijo renaces de muchas maneras, y mucho de ti se transforma en otro ser.

Yo elegí tener un parto distinto a lo que el mundo me había enseñado,  mi corazón me lo pedía, lejos de hospitales, lejos de camillas, de prácticas protocolarias, de gente desconocida. Nos aventuramos a elegir parir respetuosamente, acompañada de mi mejor amigo: mi amado esposo, que me cuido y me sostuvo sin desmayo, que me brindó seguridad y amor desbordante en los momentos más difíciles y desconocidos, el hombre que estaba también por convertirse en padre, el padre de Khaleesi, el hombre al cual también le cambió la vida, el hombre que cortó el cordón umbilical que unía madre con hija para luego bañarse con ella y reconocerse como papa-bebé.

Como todo lo que Khaleesi trae a mi vida, así de mágico y bello, conocimos a la Sammy, mi doula, una mujer maravillosa que fue mis ojos, mis brazos, a ratos mi razón, fue mi luz en el parto. 

Si, definitivamente soy otra mujer, soy otra persona, mi encuentro con la maternidad despertó un nuevo propósito de vida, quizás el que siempre busqué.

Ahora no importa donde me lleve el camino, siempre regreso a mi paz, a mi luz, a mi Khaleesi.

Por Majo Sáez

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