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Hoy en día se habla mucho de la importancia de cuidarse y trabajar en nuestro desarrollo personal, sanar relaciones, valorarnos, aceptarnos, trabajar en el perdón y demás caminos de trabajos internos. Hoy sabemos sobre la importancia de aprender a ser compasivos con nosotros mismos y con los demás, y lo vital que es aprender y saber amarnos incondicionalmente. ¡Y vaya que ese es un gran trabajo diario!

Y por experiencia personal estoy convencida de que así podemos tener otras perspectivas acerca de nuestras relaciones, y podemos ser más empáticos y menos juzgadores con quienes nos rodean.

Es tan importante aprender a diferenciar a las personas tóxicas y a las personas vitamina que nos rodean en nuestra vida. Debemos ser muy autocríticos y examinar las relaciones que estamos creando y de las cuales somos parte, debemos aprender a reconocer el tipo de personas que me rodean y aprender a diferenciarlas.

Una vez, escuché una charla de Marian Rojas, médica especialista en Psiquiatría, ella explica las diferencias entre las “personas tóxicas” y las “personas vitamina”.

Pasa que la mayoría de las veces ponemos demasiada atención en mantener relaciones tóxicas que nos agotan, nos desgastan, nos quitan energía y no nos alimentan. Estamos tan pendientes de “arreglar” esas relaciones que no nos damos cuenta de que finalmente estamos metiendo mucha energía en un círculo destructivo difícil de sobrellevar y sostener.

Y aunque sabemos en el fondo del corazón que son perjudiciales y nos hacen mal, no logramos liberarnos fácilmente de ellas.

Entonces, dejamos de cuidarnos, de queremos, de darnos valor, y seguimos esperando que el otro cambie, antes de responsabilizarnos de nuestro rol y participación en estas relaciones.

La realidad es que todos tenemos en nuestras vidas estos dos tipos de personas, y es un gran reto aprender a relacionarnos con ellas. Lo importante es saber elegir qué actitud tomar frente a ellas y cómo “protegernos”. Eso sí, nos corresponde a nosotros trabajar en esas relaciones.

Las personas vitamina son aquellas que despiertan en nosotros las ganas de reír, de disfrutar, de compartir; son aquellas personas que su sola presencia enriquece nuestras vidas, nos dan energía, y logran sacar espontáneamente lo mejor de nosotros.

Te hago una pregunta: ¿Identificas a las personas vitamina que te rodean?

Cuando damos atención y energía a estas relaciones también estamos tratándonos mejor, y por lo tanto estamos regalándonos amor, porque nos sentimos merecedores de tener buenas relaciones, relaciones que nos alimentan y nos recargan.

Piensa honestamente ¿Eres una persona vitamina? ¿Eres una mamá/papá vitamina para tu hija/o?, ¿Es mi hija/o una persona vitamina?

Las personas VITAMINA nos transmiten su alegría por vivir, son capaces de con un abrazo sostenernos y hacernos ver la vida desde otra perspectiva, son escuchadores activos, valoran y respetan lo que somos. Son personas que están para compartir nuestras alegrías y nuestras tormentas. Su presencia es pura vitamina para nuestro corazón, porque nos hacen sentir fuertes, amados, contenidos y valorados.

Como madre, elijo ser una persona vitamina para poder acompañar a mi hija, y que ella sepa elegir bien y pueda rodearse de personas vitamina que siempre la hagan sentir querida y respetada tal como ella es. Esta elección es para mi una manera de trabajar en mi autocuidado y amor propio, porque atraigo a mi vida personas que me suman y energizan, elijo vivir rodeada de personas que me valoran y me quieren, por lo tanto, elijo crear un ambiente favorable para mi propio bienestar y crecimiento.

Yo aprendo cada día a hacerme responsable de lo que elijo tener en mi vida.

Con cariño,

Majo.

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